El analista y el No-todo. Por Fernando Vitale

El analista y el No-todo

Fernando Vitale

En primer lugar, quiero decir que es un honor para mí participar en la apertura de estas VIII Jornadas de la EOL Sección La Plata y expresar que el tema que la Sección se propuso trabajar este año, tiene para mí una importancia fundamental. Es un tema que se encuentra por supuesto, en íntima consonancia tanto con el de las Jornadas Anuales de nuestra Escuela “Lo femenino fuera de género”, como con la Gran Conversación de la AMP que tendrá lugar el año próximo bajo el título de “La mujer no existe”.

Lo que me gusta especialmente de la conjunción que pone en juego su título, es que no solo es una propuesta de poner al trabajo la noción de no-todo, sino de la noción de no-todo en su articulación con la posición del analista, lo que por supuesto abre un campo inmenso de cuestiones tal como claramente  plantean los ejes que la comisión científica elaboró para esta ocasión.

Recuerdo que en la primeras Jornadas de nuestra Escuela que se llamaron “Lo que no se sabe”, Miller planteó que, aunque no lo explicitáramos, no había que olvidar que ese título convendría para cada una de las Jornadas que se realizaran a partir de allí. Si siguiéramos esa indicación, en este caso las jornadas deberían llamarse “Lo que no se sabe del no-todo y el analista”.

Eso no es para nada redundante porque como también planteó Miller en reiteradas ocasiones, cernir lo que no se sabe es el único camino adecuado para intentar hacer avanzar al saber.

Dado que ésta es una de mis últimas intervenciones en tanto director de la Escuela, quiero entonces plantear lo que para mí es una preocupación y también una oportunidad.

Me explico, la experiencia de Escuela apunta a poder conjugar el Uno por Uno en un espacio colectivo que permita que lo que cada uno logre obtener en soledad respecto de las cuestiones que nos proponemos poner al trabajo en cada ocasión, no quede por ello en una pura dispersión. La apuesta, es que se abra una vía de anudamiento para que el trabajo de cada uno pueda contribuir a hacer avanzar el trabajo del conjunto.

Si digo que algo me preocupa, es porque creo que respecto al tema que nos convoca hoy, encontramos lecturas que resultan no solo diversas y plurales sino en muchos casos directamente contradictorias y que justamente por eso creo que una de las vías posibles de tratamiento del problema, pasa a mi entender por constituir un debate que necesariamente no puede comenzar sino por explicitarlas.

Voy a plantear entonces algunas de esas cuestiones.

1) Creo que, sin lugar a dudas, podemos acordar en que lo que el tema del no-todo y el analista nos plantea, es como precisamos en qué las incidencias reales de nuestra práctica en tanto analistas en el campo del goce, se sostienen en algo que no se reduce a tomar el relevo de la función reguladora de la castración. No es eso por cierto una cuestión meramente accesoria, sino que se trata nada mas ni nada menos que de una cuestión de supervivencia.

Pero tomemos por ejemplo la cuestión de lo que denominamos los restos sintomáticos.

Como planteó recientemente Eric Laurent, “fue el discurso analítico el que desarrolló la función del Nombre del padre y es por eso que al final de la operación analítica se pueden localizar -efectivamente- los restos de todo lo que intentó ser tomado en la hipótesis Nombre del padre-castración.”

El problema es que planteada la cuestión así, lo que eso pone en evidencia es que la operación analítica sigue siendo considerada exclusivamente en torno a la función reguladora del Nombre del padre. Pero, me pregunto, ¿se agota allí el modo de considerar la operatividad de la interpretación analítica? ¿No planteó Miller por ejemplo en “Leer un síntoma” que en su última enseñanza Lacan extrae la interpretación del marco edípico para continuar su elaboración trasladándola al marco borromeo?

2) Ubicamos entonces por el sesgo de los llamados restos sintomáticos una cara del síntoma que no se reduce por la interpretación de la castración y que por lo tanto articula la dimensión de un real que verifica que no debe ser tomado solo como un significante a descifrar sino como una letra de goce que se repite fuera de sentido.

Es a ese goce que escapa a la castración al que suele asimilarse a la lógica no-todo con la que Lacan elaboró el goce femenino. Pero, vale la pena preguntarse ¿no fue justamente ese hallazgo clínico al que llamó compulsión a la repetición lo que llevó a Freud a forjar la hipótesis de la pulsión de muerte? ¿Pensamos entonces al goce femenino en equivalencia a la pulsión de muerte? Creo que encontramos entre nosotros reflexiones que desembocan muchas veces en ese impasse.

Recuerdo por ejemplo que en la últimas Jornadas de la Sección Rosario en las que tuve oportunidad de participar, Silvia Salman presentó un excelente texto al que llamó “No-todo, derivas y límites”. Planteó allí, que le sorprendía constatar que una y otra vez nos referimos a lo ilimitado cuando hablamos del no-todo y el goce femenino y que localizaba allí una dificultad dado que para Lacan “el no-todo no resulta de que nada lo limite ya que el límite se sitúa allí de otro modo”. Se preguntaba entonces, ¿será que leemos lo “sin medida” o lo “infinito” como ilimitado?

Por su parte, Jésus Santiago en su texto de orientación que escribió para el X Enapol acerca de “Lo nuevo en el amor” que se llama “La maquina del no-todo y el síntoma como serie sin límite”, planteó que la maquina del no-todo que sitúa como lo operante en el modo de lazo que impera en nuestro mundo globalizado, es justamente la que pone en evidencia la entropía resultante de la reiteración del Uno que se repite en una lógica de serie sin límite en tanto no hay nada que le diga que no.

Ahora bien, ¿El no-todo encarna entonces el sin límite de la pulsión de muerte o resulta acaso un modo de pensar otro modo de límite diferente del límite edípico?

Creo que es una cuestión que merece debatirse.

3) Lacan en El Seminario, libro 18 retorna a su escrito “La carta robada” en el que explícitamente vuelve a su famoso escrito y plantea lo siguiente: “Precisamente en esas páginas no hablo mas que de la función del falo” y agrega: “Se trata pues de volver sensible como la transmisión de una letra tiene una relación con algo que es esencial, fundamental en la organización de cualquier discurso, a saber, el goce”.

Sabemos que lo que Lacan comienza a escribir en ese seminario es a la letra fálica con la notación Fi (x).

Ahora bien, como se interroga el argumento de estas jornadas ¿lo que esa letra escribe es entonces al goce femenino, o, lo que esa letra escribe, es en cambio el goce fálico que es el operador que verifica la imposibilidad de escribir la relación sexual?.

No hay que olvidar que el título que le puso Miller a ese capítulo del Seminario 18 es justamente: “De una función imposible de escribir”.

Creo que lo mismo nos ocurre a veces con los intentos de salir de la lógica binaria.

Es verdad que varias cuestiones pueden alojarse en la vecindad de la rúbrica tanto de lo que escapa a la castración, como de lo que se sitúa fuera de lo simbólico. Sin embargo, no por eso resultan necesariamente equivalentes.

Se puede llegar por esa vía a extrañas formulaciones binarias como por ejemplo: si afirmamos que todo lo que no es edípico es femenino podríamos concluir en la puesta en equivalencia entre psicosis y goce femenino. Dificultades como ésta han aparecido frecuentemente a lo largo del trabajo de estos últimos años.

Por último, articular la operatividad de nuestra práctica no del lado del relevo de la función Nombre del padre sino del operador no-todo, ¿nos coloca por eso del lado del Uno solo o por el contario, nos conduce a indagar con mas precisión acerca de qué tipo de Otredad sostiene nuestro dispositivo justamente en la época del Otro que no existe?

Tomemos por ejemplo dos citas, una cita de Miller y otra de Lacan.

Dice Miller en su texto “Una fantasía”: “Las consideraciones que he debido saltear conducen a una inversión de lo que decimos tradicionalmente: el S.s.S. es el pivote de la transferencia. Me parece que el último Lacan dice otra cosa, dice mas bien: la transferencia soporte del S.s.S..” A lo que agrega: “Es el amor el que puede hacer mediación entre los Unos solos”.

En El Seminario, libro 20 dice Lacan: “Hay que partir de que ese hay Uno debe tomarse por el acento puesto sobre el Uno solo. Justamente por eso en mi práctica tengo que vérmelas con el Otro, esa faz del Otro que tiene de soporte el goce femenino”.

Dejo entonces esta presentación con el siguiente anhelo: considero que explicitar esas dificultades  a los fines de propiciar un verdadero debate sin que queden veladas detrás de la función S.s.S., es para mí el modo mas digno de colaborar en un auténtico trabajo de Escuela.

¡Buenas jornadas y muchas gracias!

Mesa Plenaria

No todo y política de la cura

Dupla: No-todo y política de la cura (práctica y clínica)

Responsables: Verónica Escudero- Gabriel Tanevitch

Integrantes: Alejandra Gorriz, Mariella Lorenzi, Carlos Jurado, Camilo Cazalla, Adriana Fanjul, Maria Adela Perez Duhalde.

Punto 1- Del deseo inédito al amor más digno.

El rasgo que ha tomado la dupla se deduce de las consecuencias políticas y clínicas de la Nota Italiana ([i]). Lacan propone un nuevo modo de reclutamiento de los analistas, según el principio del pase, que no tendrá que ver ni con las garantías,  ni con los rituales porque “No es con eso con lo que él opera” ([ii]) (Nos dice Lacan en  La Nota italiana)  Y luego afirma “es del no-todo de donde surge el analista” ([iii]).

Entonces, ¿con qué opera el analista? –En esta pregunta se apoya nuestro recorrido-.

Proponemos tomar el deseo del analista como hipótesis del operador del no-todo. Como así también, situar qué movimiento lleva a Lacan a desplazar el no-todo de la lógica a la topología. Pretendemos indagar, entonces, dicha operatividad en los tiempos del parlêtre y del sinthome, abriendo la pregunta si el deseo del analista deviene en amor “real” como operador del no-todo.

Lacan nos dice que si hay analista es porque ellos funcionan. Y agrega que esta función no vuelve sino probable la ex-sistencia del analista, de allí que la verificación de la función será uno por uno, ya que no hay una clase de los analistas que garantice esa función.

Lo primero que ubica Lacan es que hace falta tener en cuenta el saber en lo real. Diferencia el saber en lo real de la ciencia, del  propio de la experiencia del análisis, el que se pone en juego para afirmar que no hay relación sexual: “No hay relación que pueda ponerse en escritura” ([iv]). Demostrar que esa relación es imposible -es decir ni afirmable ni refutable en términos de verdad- es donde se juega la dirección de una cura orientada por política del no-todo.

No hay analista si su aventura de análisis no ha dejado la marca de saber ser un desecho y que eso lo lleve al entusiasmo. Sabrá ser un desecho si ha cernido la causa del propio horror al saber y si se ha separado de “la pretendida humanidad” que aspira a un todo universal de felicidad que no quiere saber de su goce, rechazando lo más humano/Inhumano que implica los modos singulares de goce. El analista haciendo presente ese desecho, el propio, podrá provocar, incitar, el movimiento del analizante.

Punto 2- Deseo del analista: De la lógica a la topología.

Deseo inédito, deseo impuro, deseo de máxima diferencia, son distintas formas de nombrar el deseo del analista. Para retomar nuestros interrogantes en relación al pasaje de la lógica a la topología, queremos situar algunas referencias del Seminario 11. Lacan planteó allí en términos de “nudo” la función del analista: dice lo siguiente “La contradicción de su función, que hace que se le vea como el punto de impacto interpretativo en el momento mismo en que con respecto al inconsciente, es momento de cierre, exige que la tratemos como un nudo (…) Es un nudo y nos apremia dar cuenta de él mediante consideraciones topológicas” ([v]). Entendemos que esta referencia ubica lo inarticulable del deseo del analista que se anuda a la presencia. En esta formulación queremos hacer resonar un párrafo del capítulo “Desmontaje de la pulsión”, expresa así: “El propósito de esta topología es que perciban cuál es el punto de disyunción y de conjunción, de unión y de fronteras, que solo puede ser ocupado por el deseo del analista” ([vi]). Es decir que el nudo que sostiene el deseo del analista como función de vacío, será lo que permite hacer advenir la realidad sexual del inconsciente. Lo ubicamos como la puerta de entrada al no-todo, como lo que permite orientarnos en la clínica no solamente por lo simbólico sino por lo que toca lo real. Según el Lacan del ́64 el deseo del analista es obtener la máxima distancia entre el Ideal y el objeto, la diferencia absoluta, lo incomparable, lo más singular. “Solo allí puede surgir la significación de un amor sin límites, por estar fuera de los límites de la ley, único lugar donde puede vivir.”([vii]).

Nos sorprende que, en el periodo donde rige la lógica significante, Lacan se sirva de la topología para dar cuenta de la función del analista pensada como nudo. Empalma lo real en el anudamiento de las tres dimensiones, que podemos tomar de la persona, la función y la presencia del analista, a partir del vacío que opera en el deseo del analista. Se sigue de ahí que cuando este se halla ubicado en el discurso analítico lo simbólico, lo imaginario y lo real “son el enunciado de lo que opera efectivamente” (Cita de la tercera) en la palabra en los distintos momentos de una cura.

Punto 3- Del correctamente al convenientemente: leer la pendiente de las palabras.

Para retomar nuestra pregunta ¿con qué opera el analista? encontramos que sobre el final de su enseñanza Lacan nos dice que resultaría un exceso decir que sabe de qué modo opera.

Queremos subrayar el desplazamiento de la pregunta ¿Qué ha de ser el deseo del analista para que opere correctamente? ([viii]) a lo que ubicamos luego en el Seminario 25 ([ix]), donde Lacan retoma la noción de deseo del analista y ya no dice que debe operar correctamente, sino convenientemente. Introduce un término novedoso: el analista retor, como el “que pueda darse cuenta de la pendiente de las palabras para su analizante, lo que incontestablemente ignora” ([x]). De ahí que entendemos que pueda leer el no-todo en la tendencia, “en la inadecuación de las palabras a las cosas, en la pendiente de las palabras” ([xi]) haciendo ex-sistir un decir en el dicho, y rectificar la lectura del analizante a partir del corte y la introducción de lo heterogéneo al sentido” ([xii]). Con el término retor Lacan introduce un equívoco, y hace resonar “retorifica”, el analista que rectifica el nudo. Incluso equivoca con retorica y recta, con ésta última acepción también connota el analista que va “recto” a lo verdad, y nos advierte que lo “la verdad tiene que ver con lo Real, y lo Real esta doblado por lo simbólico” ([xiii]) Maneras de precisar la función del equivoco, para tocar lo real, que por siempre imposible se lee en la tendencia, al lado de donde el analizante cree decir lo verdadero ([xiv]).

Punto 4- ¿Del deseo del analista al amor real?

¿Cómo pensar la función deseo del analista en la clínica del parlêtre y el sinthome? Tomamos la referencia de Miller en la que propone una redefinición de deseo del analista: “El deseo del analista, es el deseo de llegar a lo real, de reducir al Otro a su real y de liberarle del sentido” ([xv]). Esto permite separar real y sentido, o dicho de otra forma separa al Uno del Otro, entendemos al Uno como une-bevue,- una-equivocación- y al Otro como lenguaje articulado S1-S2. Como él mismo señala “la posición del analista, cuando se confronta a ese Hay-de-lo-Uno en el más allá del pase, ya no está marcada por el deseo del analista, sino por otra función que nos queda por elaborar (…) “([xvi]

Nos servimos de los testimonios de Leonardo Gorostiza e Irene Kuperwajs, para cernir con qué opera un analista en la clínica del sinthome ([xvii])

Leonardo Gorostiza, ubica que la localización por parte del analista del significante calzador, como nombre del síntoma “no cesar de calzar un pensamiento con otro”, en el  intento que Uno y Otro hicieran cópula, permitió ubicar “la locura masculina” de creer en el “todo”. Fue necesario la extracción del objeto mirada y la construcción del axioma “un ojo calza en la hendidura del Otro” para que el goce clandestino del fantasma –“ser el ojo del Otro- fuera conmovido y así “despuntar” el deseo del analista. Allí ubica el comienzo de una nueva relación con lo femenino, y su ligazón con el deseo del analista. Localiza un doble efecto en el cuerpo: alivio del cansancio de calzar y un íntimo sentimiento de vivificación. Soltarse de la dimensión de eternidad del fantasma, solidaria del todo Universal, permitió un nuevo lazo con la contingencia y la temporalidad. Eso hizo posible la invención de un significante nuevo el-calzador-sin-medida, como nombre de su sinthome. “Una invención inclasificable” que surge en los confines de la memoria del Otro y un significante del goce más singular. Gorostiza enseña como el sin-medida, no hay que leerlo como “desmesura”, sino en la pendiente de lo más singular, que como lo femenino escapa a toda medición posible.

Irene Kuperwajs, sitúa que “la impureza del deseo del analista queda al final del lado del sinthome, del goce opaco del analista” ([xviii]). Lo que se escribe en el análisis de dicho deseo está articulado a lo infantil, a los elementos más absolutos de cada existencia reducidos en el trabajo analítico. En su caso la neurosis infantil, nombrada como “arquitectura del silencio” – que combinaba el amor al padre y los elementos del síntoma y el fantasma, sostenidos en una insondable decisión de elección de un modo de gozar entredicho en el espasmodesollozo – dio lugar a un “silencio más abierto, más femenino” a partir del atravesamiento del fantasma y la extracción del objeto voz. Sin embargo fue necesario el analista-partenaire que encarna con su  “voz de trueno” el “¿Y vos que haces acá?!!!”([xix]) , para cortar el hilito de voz y acceder a su propia resonancia del vacío del cuerpo. “Hablar con la voz más suelta” fue el nombre de su sinthome, a lo que también nombra como identificación menos segregativa. De allí que Irene enseña que “el deseo del analista soporta el vacío con el cuerpo hablante” y conviene pensarlo en la mixtura “inédita” de ser un desecho y saber leer. Saber leer en la perspectiva del no-todo que incluye el vacío que orienta para hacer resonar las palabras más allá del sentido.

Último punto- Un espacio para el amor

Para finalizar queremos poner de relieve lo que Miller ([xx]) señala como la audacia, – ¿o fue su herejía, nos preguntamos?- de la clínica de Rosine Leffort ([xxi]), quien en los límites del “sistema” de Lacan, allí donde el inconsciente se reduce a hablar solo, supo abrir un espacio, el del nacimiento del Otro,  pensemos que estamos hablando de los años 50. La matriz del niño lobo muestra como R. Lefort supo hacer con su presencia, un “espacio para el amor” ([xxii]), un amor que no cuida, ni vigila, que no responde a las necesidades, ni a ningún maternaje. Sabemos con Lacan que si el psicoanálisis es un medio, se sostiene en el lugar del amor ([xxiii]) -“más digno qué el parloteo?-. Apoyarse en el significante-letra “lobo” como medio amoroso, es “apuntar a lo inhumano, al vacío, a la dimensión no-todo como sin sentido” ([xxiv]) “Lobo” es cualquier cosa que puede ser nombrado, la metáfora transferencial ([xxv]) en la que se apoya la analista, por fuera del sentido, pero advertido del asunto común que es lalengua. ([xxvi])

Notas

(1) Lacan, J. “Nota italiana”, Otros escritos, Paidós, 2012, Buenos Aires, pág 327.

(2) Ibid, pag 327

(3) Ibid, pag 328

(4) Ibid, pag 330

(5) Lacan, J. El seminario, Libro 11, Paidos, Buenos Aires, pag 137

(6) Ibid, pág 168

(7) Ibid, pag 284

(8) Op cit 5, pag 17

(9) Lacan, J: Seminario 25 “Momento de concluir” 1977-1978, inédito, clase 1 15/11/1977: Una práctica de charlataneria.

([1]0) Lacan J. Ibid , clase 15/11/1977

([1]1) Leserre, Aníbal  El deseo del analista, una cuestión de horizonte. Cuadernos del ICdeBA, Grama, Bs As, 2005, pag 167.

([1]2) Leserre, A. ibid, pag 167

([1]3) Lacan, Op.cit, 9, clase 15(11/1977

([1]4) Lacan, J. “Hacia un significante nuevo”, Revista Lacaniana de psicoanálisis n°25, Grama, 2018, pag 16.

([1]5) Miller, J-A Conferencias porteñas, Grama, Bs As

([1]6) Miller, “El ser y el Uno” inédito, lección del 11/5/2011.

([1]7) Gorostiza “lo cual no nos exime de interrogarnos si esta fórmula, “el deseo del psicoanalista” , puede ser aun mantenido en una práctica tributaria de la clínica del sinthome .” Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 12, Grama, 2012, pag 96.

([1]8) Kuperwajs, I El deseo del analista en singular., Freudiana n°91, 2021 ¿Querer un hijo? Deseo de familia y clínica de las filiaciones…

([1]9) Kuperwajs, I Revista Lacaniana del psicoanálisis N° 28, Grama, Buenos Aires, 2020, pag…alli Laurent señala esa intervención como analista trauma pero calculado

(20) Miller, J-A El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, pag 118

(21) Recordamos que Miller hace hincapié de la relación de Rosine Leffort a su propio análisis, y al psicoanálisis. Miller, J-A “La matriz del niño lobo” Estudios sobre el autismo, Colección Diva, Buenos Aires 2014, pag  18.

(22) Miller, J-A “La matriz del niño lobo” Estudios sobre el autismo, Colección Diva, Buenos Aires 2014, pág. 19.

(23) Lacan, J. Seminario 21, inédito. Clase n°4

(24) Tanevitch, G. “El amor y la transferencia en la clínica del autismo”, Revista Lacaniana de psicoanálisis” N°29, Grama, Buenos Aires,

(25) Miller J-A:“CST “La conversación clínica, Grama, Buenos Aires, 2020, pag.26

(26) Lacan, Op.cit 14, pag 17.

No-todo y política del psicoanálisis

Dupla: No-todo y política del psicoanálisis

Responsables: Rosana Salvatori y Cecilia Valfiorani

Integrantes: Paula Carasatorre, Constanza Gascón, Fabiana Municoy, Lorena Parra, Yasmina Romano, Marisa Saad, Paula Vallejo.

El título plantea una conjunción que abre una distancia entre ambos conceptos: el no-todo y  la política del psicoanálisis; evita así tomar en bloque  ideas que recaerían más bien en la disancia lacaniana.

En la “Nota italiana” Lacan diferencia dos campos: el de la humanidad, campo de lo social, y el del psicoanálisis, que es un modo de lazo social que “hace estallar el Uno de la sociedad…pluraliza el todo de la sociedad”. (1)

El giro gramatical de la “y” por la “coma”: “No-todo, es política” (2),  siendo la coma fundamental, afirma una orientación que nos puso al trabajo en torno a la pregunta  ¿Cómo pensar la incidencia del deseo del analista orientado por una política del no-todo tanto en su dirección al Otro social, como en la formación de los analistas?

Extensión

Entre extensión e intensión hay un anudamiento topológico, de extimidad, que Lacan formuló en la “Proposición…”. Allí los temas del Otro social que aparentemente tienen poco que ver con la práctica y con el pase, sin embargo, definen la política del psicoanálisis como política del síntoma. Si en la extimidad no hay un límite entre interior y exterior, la política que se orienta por el no-todo, es también “congruente con una topología en la que el límite es un borde…que no pertenece a la cosa y así define” (3).

El no-todo es un límite en sí mismo que incide definiendo una política de Escuela tal como Lacan la inventó, como un conjunto lógicamente inconsistente… sin universal.  «No–todo», en el sentido que se presenta bajo la forma de una serie a la cual le falta una ley de formación… regido por la función…de S de A barrada. De ello deriva que, paradójicamente, el único enunciado capaz de colectivizar la Escuela es el que la nombra no–toda. (4)

¿Cómo abordar entonces esta paradoja? ¿Qué consecuencias tiene la política del no-todo, la política del síntoma, en aquello que llamamos la acción lacaniana? ¿De qué manera el deseo del analista puede incidir en la práctica de cada uno en las instituciones? Por último ¿Cómo pensar la extensión de la Escuela misma en una época en que la admisión de nuevos miembros es restringida? ¿Zadig incide en nuestra formación? ¿De qué modo?

Incidir

Frente a la inexistencia de la proporción sexual entre seres hablantes, Lacan progresa en su enseñanza hasta pluralizar el Nombre del Padre, haciendo de él un síntoma entre otros, que intenta suturar el agujero. Pasamos de una sociedad represiva a una permisiva en cuanto al goce. Hay que poder leer las distintas respuestas al agujero en su pluralidad: en algunos casos responden las burocracias, en otros, el discurso universitario con sus protocolos, a veces, la exaltación de lo religioso y sus fanatismos, otras, el sujeto del individualismo democrático como efecto del capitalismo, el objeto a en el cenit social.

Se trata de leer el imposible en juego para pensar el modo de incidir desde una posición notodista.

¿A partir de qué incidimos? De los principios radicales del psicoanálisis frente a los que no cedemos. Sin estándares preestablecidos. Uno de ellos es la autoautorización sin Otro, aunque con “algunos otros”. “La autoridad auténtica es un acto en soledad pero no es un acto solitario” reconoce “la autoridad de cada uno que se autoriza en una serie sin ley previa”. (5) Esos principios deben tener en cuenta las realidades a las que se aplican para poder leer los envoltorios del “no hay” con el “hay”.

Si lo que se espera de un análisis es que le haya enseñado al analizante a leer de otra manera, saber leer más allá del falo, en una lógica abierta a la contingencia que haga lugar a lo que no estaba escrito, podemos proponer que saber leer de otra manera es un nombre del deseo del analista. Ejemplos de esta operación de lectura en la que insiste la acción lacaniana respecto del Otro social son: la puesta en valor de “algo nuevo en el amor” en su dimensión real como respuesta al cinismo presente en los lazos contemporáneos; “lo femenino fuera de género”, significante con el que la Escuela apunta a alcanzar una incidencia real en el debate con los feminismos; “ser dócil a lo trans y no a los trans”, en tanto el psicoanálisis, está comprometido ahí dentro frente al efecto de la reivindicación de la despatologización; “¿Pueden confinarse las diversas formas de gozar?”, título con el que Bassols articuló un significante amo de la pandemia, al goce, ese elemento que las “democracias participativas recubren…en un imaginario de cuerpos y de sentidos” (6);   “la batalla del autismo” que pone a los analistas en la trinchera política en el intento de hacerse escuchar, hablando la lengua del Otro, subrayando la singularidad y dignidad de las invenciones del sujeto autista.

Son numerosas las instituciones en  las que la acción lacaniana se despliega: hospitales, centros de salud, cárceles, escuelas, CPA, etc. Por otro sesgo, los analistas transmiten el psicoanálisis dentro de la Escuela, en los institutos del Campo Freudiano, en la Universidad y en todos aquellos lugares a los son llamados a dar conferencias y a participar en medios de comunicación.

El no-todo como límite en sí mismo se articula a la incidencia si suponemos que incidir es interpretar “lo que no anda” por fuera de cualquier política de asimilación, poniendo en acto cada vez, y bajo el signo de la prudencia, de la discreción, la inexistencia del Otro que el discurso del amo intenta velar. Incidir no siempre hará acontecimiento de cuerpo, pero supone la interpretación bajo ciertas condiciones de transferencia.

Si en El Seminario, Libro 19, Lacan afirma que “El no-todo no resulta de que nada lo limite, ya que el límite se sitúa allí de otro modo” (7),  concluimos con nuestra propuesta tomando las palabras de M.A. Vieira cuando afirma que, a partir del Seminario, Libro 20, podemos tomar el límite de una manera distinta en tanto “él no es un punto de llegada sino de salida…como aquel elemento de la serie que no se podrá incluir…el límite no es exterior y ausente, no está incluido en sí, pero coordina todas las inclusiones posibles”(8).  Bassols ubica este límite “de otro modo” al decir que no es un límite como barrera sino “un borde que tiende al infinito para dejar abierta la serie de sus elementos” (9).

Las inclusiones posibles de cada analista en la Escuela a la que Miller definió como ese ser ambiguo con “alas analíticas y patas sociales”, se darán por la vía de las transferencias de trabajo dentro y fuera de la Escuela, allí donde podamos sostener el deseo de conversar como herramienta diferente a la suma de monólogos y al derecho a la escucha sin interpretación. Conversar para que eso permita los recorridos de lo múltiple que hagan marca y alcanzar así un punto de real sin suturar las diferencias. Someternos al discurso del amo, advertidos de los semblantes para subvertir algo allí. Hacer existir la extensión de la Escuela por la vía del cartel, ese órgano de base privilegiado que al incluir miembros y no miembros, analistas y no analistas, a la vez que permite hacer la experiencia de despegoteo del grupo, supone al Uno de la infinitud latente. Cada uno “más Uno” de las comunidades de las que formamos parte, sin suficiencias. Ser mediadores con los discursos detractores del psicoanálisis haciendo un buen uso del síntoma si en el horizonte, en la perspectiva del sinthome, ubicamos el imposible de la ausencia de medida común. Para la formación y la enseñanza, la posición analizante teniendo en cuenta que el saber es siempre “en fracaso”.

A cada cual le toca inventar su propio saber hacer con el Otro, con los otros, como con su propio síntoma.

Notas

(1) Miller, J-A.: “La utilidad directa”, web de la Escuela de la Orientación Lacaniana, 2005, en http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=publicaciones&SubSec=on_line&File=on_line/psicoanalisis_sociedad/miller-ja_lautilidad.html.

(2) Argumento de las VIII Jornadas Anuales de la EOL Sección La Plata, “El no-todo y el analista”, 2021.

(3) Vicens, A.: No todo es política en la orientación lacaniana, Ed. Gredos, Barcelona, 2018, p. 135.

(4) Miller, J-A.: “Teoría de Turín acerca del sujeto de la Escuela”, Intervención en el Congreso científico de la Scuola lacaniana di Psicoanalisi (en formación), 21 de mayo de 2000, web de la AMP, en https://wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=291&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10

(5) Bassols, M.: “Para una política de la autoridad”, Una política para erizos y otras  herejías psicoanalíticas, Grama, Buenos Aires, 2018, p. 67.

(6) Laurent, E.: El reverso de la biopolítica, Grama, Buenos Aires, 2016,  p.266.

(7) Lacan, J.: El Seminario, libro 19, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 202.

(8) Vieira, M-A.: La escritura del silencio, Tres Haches, Buenos Aires, 2018, p. 69-70.

(9) Bassols, M.: Lo femenino, entre centro y ausencia, Grama, Buenos Aires, 2017, p. 20